¿Podemos llegar a ser virtualmente inmortales?

La inteligencia artificial (IA) está revolucionando la forma en que interactuamos con la tecnología y, en última instancia, con nuestra propia vida. La posibilidad de crear gemelos digitales que puedan replicar nuestras experiencias, conversar con otros e incluso perdurar después de nuestra muerte plantea una serie de interrogantes éticos y morales.

Un ejecutivo de IA de Pittsburgh, Brooks Canavesi, ha utilizado su gemelo digital para recopilar historias y sabiduría de sus vivencias. La idea de que estos avatares puedan reemplazar a las personas reales en llamadas de Zoom o ayudar a preservar historias de sobrevivientes del Holocausto plantea un debate sobre la inmortalidad digital y el impacto en nuestra percepción de la muerte.

La posibilidad de interactuar con versiones IA de seres queridos fallecidos ha llevado a situaciones preocupantes, como el caso de una mujer que consultó a su difunto esposo a través de la IA de Snapchat para pedir consejos de cocina. Asimismo, la creación de clones sintéticos para realizar tareas cotidianas como responder correos electrónicos plantea cuestiones sobre la autenticidad y la identidad.

A pesar de las ventajas que ofrece la IA, como la posibilidad de utilizar gemelos digitales como mentores o terapeutas, existe la preocupación de que esta tecnología pueda distorsionar nuestra percepción de la realidad y dificultar el proceso de duelo. La falta de límites claros entre lo real y lo sintético plantea desafíos éticos y legales, como la suplantación de IA en campañas políticas.

En última instancia, la IA plantea un nuevo paradigma en el que la inmortalidad virtual y la interacción con gemelos digitales pueden llegar a ser parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, es fundamental abordar cuestiones como la privacidad, la ética y el impacto emocional de esta tecnología para garantizar un uso responsable y consciente de la misma.